Publicado por Miguel Jara el 3 de enero de 2013
En mi libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo publiqué un capítulo sobre el mercurio de las vacunas y los daños que puede provocar. Uno de los casos era el de Víctor, un chico que padece autismo tras recibir todas las vacunas “reglamentarias”.
Me escribe la madre, presidenta de la Asociación para Vencer el Autismo y Trastornos del Desarrollo para contarme que le han hecho un análisis genético que como puede apreciarse en la página 14 se explica que el joven posee un gen nulo.
Víctor genéticamente no puede elaborar glutation, sustancia que el hígado necesita para eliminar tóxicos como mercurio, por ejemplo. Según nos cuentan los expertos es que el mercurio puede anular genes en personas con una sensibilidad especial pero en todo caso si nació con ese gen nulo y además le pusieron vacunas con mercurio, ya me diréis si su autismo tiene o no que ver con eso.
Tenemos un manual -comenta la madre- con todas las características que puede tener una persona con autismo y al lado las que tienen las personas que se intoxican de mercurio y las similitudes son asombrosas.
El chico también tiene una enfermedad mitocondrial y el mercurio daña la mitocondria. Tiene atrofiadas las glándulas salibares. El mercurio también lo provoca. Padece estrés oxidativo superelevado. El mercurio también está relacionado. Todo documentado médicamente, como tuve ocasión de comprobar cuando escribí el libro.
Todo esto podía haberse ahorrado si se estableciera un protocolo de análisis genéticos de cada persona antes de vacunar o realizar cualquier otra acción en la que se utilicenproductos químicos tóxicos. El mercurio ha continuado utilizándose, por ejemplo en algunas vacunas contra la Gripe A. No sólo hay mercurio en las vacunas, tambiénaluminio, otro elemento potencialmente dañino que se utiliza como adyuvante.
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